viernes, 17 de octubre de 2014

REPRESENTACIÓN DE ALTARES DE DÍA DE MUERTOS

Altar de Muertos
El Altar de Muertos es un elemento fundamental en el conjunto de tradiciones mexicanas de día de muertos, que consiste en instalar altares domésticos en honor de los muertos de la familia.
Para los mexicanos el Día de Muertos representa algo más que la veneración de sus difuntos, podría decirse que para ellos, a diferencia de otros latinoamericanos, este día es para celebrar, burlarse, jugar y convivir con la muerte.

Elementos

La representación de los tradicionales altares de muertos ha cambiado a través de los siglos desde la introducción católica en el México prehispánico. Se han incluido elementos simbólicos que no pertenecen a las culturas mesoamericanas, como imágenes religiosas católicas (rosarios, crucifijos e íconos sacros).
La estipulación de la festividad religiosa del Día de Todos los Santos se conjuga con el Día de Muertos, como un intento de erradicar esa festividad, considerada como sacrílega y pagana. En tiempos de la Conquista de México se intentó convertir al catolicismo a los pobladores de Mesoamérica, así borrar toda creencia y tradición que no fuese europea. La tradición "se resistió a morir" y poco a poco se le fueron incluyendo elementos de las culturas europeas, trascendentemente, la celebración fue trasladada a los principios de noviembre para que coincidiera con el Día de Todos los Santos.



Altar

La construcción y representación del altar de muertos varía según la idiosincrasia y elementos disponibles en una determinada región, así como de la cosmovisión de las diferentes culturas.


Niveles

La cantidad de niveles en un altar de muertos varía en algunas regiones. Los niveles en el altar de muertos representan la cosmovisión, regularmente representando el mundo material y el inmaterial o los cuatro elementos, en cada uno de ellos se colocan diferentes objetos simbólicos para la cultura, religión o para la persona a la que se le dedica el altar.

Altares de dos niveles: son una representación de la división del cielo y la tierra en el que se representan los frutos de la tierra y las bondades de los cielos como la lluvia.
Altares de tres niveles: representan el cielo, la tierra y el inframundo. Debido a la introducción de ideologías de las religiones europeas, ha cambiado su significado a dos posibles, pudiendo representar la tierra, el purgatorio y el reino de los cielos, o bien, los elementos de la Santísima Trinidad según la tradición católica.
Altares de siete niveles: son el tipo de altar más convencional, representan los siete niveles que debe atravesar el alma para poder llegar al descanso o paz espiritual.Según la práctica otomí, los siete escalones representan los siete pecados capitales. Se asocia el número siete con el número de destinos que , según la cultura azteca, existían para los diferentes tipos de muerte.
En diferentes culturas, particularmente en la azteca, se creía que existía un proceso para nacer y otro para morir. Así, cuando el alma abandona el cuerpo físico debe pasar una serie de pruebas o dimensiones para llegar al ansiado descanso. En la cosmovisión azteca el alma de una persona debía pasar ocho niveles en el Mictlán (inframundo de aquellos que mueren naturalmente), cada uno representaba una prueba para llegar al noveno nivel en el que se llegaba ante Mictlantecuhtli y su esposa Mictecacihuatl, llegando al descanso eterno. El dios azteca Xólotl era el psicopompo de las almas en el camino.



Elementos imprescindibles para recibir a las ánimas
Cada uno de los siguiente elementos encierra su propia historia, tradición, poesía y, más que nada, misticismo.
  • El agua. La fuente de la vida, se ofrece a las ánimas para que mitiguen su sed después de su largo recorrido y para que fortalezcan su regreso. En algunas culturas simboliza la pureza del alma.
  • La sal. El elemento de purificación, sirve para que el cuerpo no se corrompa, en su viaje de ida y vuelta para el siguiente año.
  • Velas y veladoras. Los antiguos mexicanos utilizaban rajas de ocote. En la actualidad se usa el cirio en sus diferentes formas: velas, veladoras o ceras. La flama que producen significa "la luz", la fe, la esperanza. Es guía, con su flama titilante para que las ánimas puedan llegar a sus antiguos lugares y alumbrar el regreso a su morada. En varias comunidades indígenas cada vela representa un difunto, es decir, el número de veladoras que tendrá el altar dependerá de las almas que quiera recibir la familia. Si los cirios o los candeleros son morados, es señal de duelo; y si se ponen cuatro de éstos en cruz, representan los cuatro puntos cardinales, de manera que el ánima pueda orientarse hasta encontrar su camino y su casa.
  • Copal e incienso. El copal era ofrecido por los indígenas a sus dioses ya que el incienso aún no se conocía, este llegó con los españoles. Es el elemento que sublima la oración o alabanza. Fragancia de reverencia. Se utiliza para limpiar al lugar de los malos espíritus y así el alma pueda entrar a su casa sin ningún peligro.
  • Las flores. Son símbolo de la festividad por sus colores y estelas aromáticas. Adornan y aromatizan el lugar durante la estancia del ánima, la cual al marcharse se irá contenta, el alhelí y la nube no pueden faltar pues su color significa pureza y ternura, y acompañan a las ánimas de los niños. En muchos lugares del país se acostumbra poner caminos de pétalos que sirven para guiar al difunto del campo santo a la ofrenda y viceversa. La flor amarilla del cempasuchil (Zempoalxóchitl) deshojada, es el camino del color y olor que trazan las rutas a las ánimas. Los indígenas creían que la cempasúchil era una planta curativa, pero ahora solo sirve para adornar los altares y las tumbas de los difuntos. Por esta razón se dice que a lo largo del tiempo la flor fue perdiendo sus poderes curativos. Flor de cempasúchil significa en náhuatl "veinte flor"; efeméride de la muerte.
  • El petate. Entre los múltiples usos del petate se encuentra el de cama, mesa o mortaja. En este particular día funciona para que las ánimas descansen así como de mantel para colocar los alimentos de la ofrenda.
  • El izcuintle. Lo que no debe faltar en los altares para niños es el perrito izcuintle en juguete, para que las ánimas de los pequeños se sientan contentas al llegar al banquete. El perrito izcuintle, es el que ayuda a las almas a cruzar el caudaloso río Chiconauhuapan, que es el último paso para llegar al Mictlán.
  • El pan. El ofrecimiento fraternal es el pan. La iglesia lo presenta como el "Cuerpo de Cristo". Elaborado de diferentes formas, el pan es uno de los elementos más preciados en el altar.
  • El gollete y las cañas se relacionan con el tzompantli. Los golletes son panes en forma de rueda y se colocan en las ofrendas sostenidos por trozos de caña. Los panes simbolizan los cráneos de los enemigos vencidos y las cañas las varas donde se ensartaban.
  • Las calaveras de azúcar medianas son alusión a la muerte siempre presente. Las calaveras chicas son dedicadas a la Santísima Trinidad y la grande al Padre Eterno.
  • Imágenes de los difuntos: La ofrenda se coloca en anticipación a la visita de las almas de nuestros seres queridos ya difuntos, así es que se colocan sobre el altar los retratos de los mismos. Pueden ser fotos sueltas o enmarcadas o inclusive retratos dibujados o pintados.
  • Papel picado: Se tratan de un papel delgado de colores conocido en México como papel de china, al cual se le hacen varios cortes para formar figuras como son las calaveras, las calabazas, las lápidas y diferentes palabras referentes a la ocasión. Normalmente se pegan varios rectángulos de este papel sobre un hilo para formar una especie de guirnalda para adornar el altar. En México se consigue papel picado ya hecho en los mercados, pero también se puede elaborar en casa.
  • Pan de muerto: Casi siempre está presente el pan de muerto en alguna de sus formas (dulce y redondo en algunas partes de México, salado y en forma de cuerpo en otras).
  • Comida y bebida: Las ánimas que visitan el altar han viajado desde muy lejos y necesitan recobrar fuerzas con una buena comida. En la ofrenda se acostumbra incluír platillos tradicionales mexicanos como son los tamales y el mole con pollo o pavo, los que se presentan en ollas y platos de barro cocido. No pueden faltar también las frutas de la estación y la calabaza en tacha. Además, se pueden colocar las comidas y dulces que más les gustaron en vida a los ahora difuntos y las bebidas (alcohólicas y no) que disfrutaban. Ah, y si el difunto fumaba, se le provee de algunos cigarrillos para después del festín.

1 comentario:

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